Editorial

Se «auto-rompió» la tregua de los 100 días

El día de ayer transcurrió con la cotidianidad y covidianidad acostumbrada, en el trajín de la política, se puede decir que sosegado, pero eso sólo hasta las 9:00 de la noche, cuando vimos a un presidente, en una alocución de muy baja expectativa nacional -talvez por sus frecuentes y fugaces intervenciones- patinando en el papel de candidato presidencial, el cual debió abandonar luego del pasado 5 de julio.

Sin ningún interés de menoscabar los anuncios hechos por el primer mandatario, entre ellos, el de posponer la tan polemizada reforma fiscal hasta el 2022, observamos el alto nivel de encono que mostró Abinader durante su intervención, expresado no sólo en su lenguaje no verbal y corporal, sino también en la utilización de ciertos epítetos que lo llevaron a auto-romper el formalismo no escrito de «Los 100 días de treguas política».

Vimos a un Luís Abinader «enchivado» en el proceso de campaña política que concluyó con su victoria electoral, reconocida por el otrora partido oficial y ahora opositor, PLD, asi como también por el PRD, La Fuerza del Pueblo, PRSC y demás fuerzas políticas. Abinader lució enfocado en «recordar» lo que él considera que son o hicieron sus adversarios, hoy sus gobernados, lució iracundo, atascado en un proselitismo acusador, condiciones que se podrían poner en serio análisis por su condición de gobernante.

Las fuerzas políticas del país han sido «prudente», hasta ahora sólo han mostrado oposición a una reforma fiscal desconsiderada y a destiempo, pero respetando el formalismo antes mencionado, el que dice que «a los nuevos gobiernos se les debe dar 100 días sin oposición», lo inusual es que quién rompió la tregua, fue el mismo lider del gobierno, mostrándose perdido entre el Palacio Nacional y el comando de campaña de su partido político, el PRM.

Luís Abinader, ¡ya usted es el presidente!

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