El segmento de distribución y comercialización eléctrica dominicana, en manos de las Empresas Distribuidoras de Electricidad (EDES), presenta debilidades y retos muy importantes en el mediano y largo plazo. El estado actual de las EDES genera pérdidas financieras que se proyectan cerrarán 2022 en alrededor de US$1,500 millones; recursos que son cubiertos por los contribuyentes con sus impuestos vía el subsidio eléctrico. Más allá de discusiones respecto al modelo de gestión de las EDES (privada, pública, alianza público-privada) y de narrativas políticas, es importante analizar las principales cifras del sector de cara al nuevo año.
El Ministerio de Energía y Minas publica mensualmente boletines con informaciones sobre la gestión de las EDES. El último Informe de Desempeño publicado abarca hasta octubre de 2022. Sobre estas cifras se pueden hacer varios análisis para entender la situación actual del sector, en especial en lo referente a las pérdidas.
De entrada, se observa que las pérdidas de electricidad siguen muy elevadas y parece que no van a descender en el corto plazo. En el período enero-octubre de 2022, las pérdidas se encuentran en 32.4%; este nivel es prácticamente igual al 33.5% observado en 2020. Para comparar, en 2019, el año previo a la pandemia, las pérdidas combinadas de las tres EDES ascendieron a 27%.
Para analizar este dato, es importante puntualizar que las pérdidas eléctricas es el cociente o división entre la cantidad de energía que las EDES facturan a sus clientes y la cantidad de energía que las EDES compran a los generadores. Es decir, sin tomar en cuenta el precio de la energía, las EDES continúan perdiendo casi un tercio de la energía que compran. Muy pocos negocios pueden tener éxito dejando de facturar un tercio de la mercancía que entregan a sus clientes.
Algo que llama la atención sobre las EDES es que las pérdidas se han estancado en un nivel alto. De 2020 a 2022, las pérdidas se han mantenido arriba del 32%. Esto dista mucho de la tendencia observada entre 2012 y 2019. La reducción de pérdidas del período 2012-2019 evidenció una tendencia sostenida y definitiva a la baja: iniciaron en 35.5% en 2012 y acabaron en 27% en 2019, una reducción de más de un punto porcentual por año.
Para tener una idea de la dimensión del panorama del sector, habría que ver el nivel de pérdidas para 2022 que establece el Decreto Número 655-21 del Reglamento de Aplicación del Pacto Eléctrico. En este documento, que fija metas para lograr la mejora del sector eléctrico dominicano, se desean pérdidas de 23.4% para 2022; actualmente se tienen en 32.4%. Esto es, las EDES presentan pérdidas de casi diez puntos porcentuales por encima de lo que deberían exhibir para cumplir con las metas anuales del Reglamento de Aplicación del Pacto Eléctrico. Otra forma de poner estas cifras en perspectiva es que el nivel de pérdidas visto en 2022 es igual al de 2014: el país ha retrocedido ocho años en materia de reducción de pérdidas.
Lo complicado de esta situación es que, para reducir pérdidas, las EDES deben realizar inversiones en rehabilitación de redes de distribución. Cambios de postes eléctricos, instalación de medidores prepagos o de medidores inteligentes, tirado de cables y celdas para monitoreo de consumo energético por grupo de hogares, cambio de transformadores, socialización del proceso con la comunidad, todo eso se debe hacer para rehabilitar circuitos eléctricos.
Estos proyectos, anteriormente financiados con préstamos otorgados por organismos multilaterales, lucen detenidos o con una ejecución financiera bastante baja. En los primeros diez meses de 2022, las EDES registran como inversión (capital expenditure –CAPEX) unos US$109.6 millones. La cifra anterior equivale a casi la mitad de los US$204 millones promedio que las EDES invirtieron para el período enero-octubre en cada año entre 2017 y 2019.
La baja ejecución del gasto en inversión no parece obedecer a una estrategia de ahorro y transparencia de fondos públicos. En 2022, el gasto de personal de las EDES se ha mantenido similar al de años previos y el gasto operativo está en su nivel nominal histórico más elevado debido a la compra de bienes a proveedores. Tampoco parece deberse a una estrategia de hacer auditoría de todos los equipos encontrados, pues ya van más de dos años que las nuevas autoridades entraron a trabajar en el sector, tiempo suficiente de hacer cualquier auditoría. Al parecer hay retos importantes en la planificación y en la gestión comercial de las EDES.
La baja inversión en rehabilitación de redes implica que no hay perspectivas de que las EDES reduzcan sus pérdidas en los próximos 18 meses de manera significativa. Rehabilitar un circuito toma tiempo para socializar la intervención con la comunidad y realizar las mejoras en infraestructura física necesarias. Por lo tanto, una baja inversión en CAPEX hoy, se traduce en poca rehabilitación de circuitos y casi ninguna reducción de pérdidas en los próximos meses.
El déficit financiero de las EDES es un problema neurálgico y ancestral de República Dominicana. Para 2022, el mismo se mantiene en niveles bastante elevados (se proyecta en US$1,500 millones para cierre de año, o 1.4% del PIB) a pesar de las alzas de tarifa que los usuarios han tenido que pagar. Son recursos que pueden usarse para inversión pública o para repagar deuda externa, pero que el Gobierno debe tomar prestado para transferirlo a las EDES y que estas sigan comprando energía. Es un círculo vicioso que ha tenido y tiene consecuencias negativas para toda la economía dominicana. Lo peor es que no se ve mejoría ya que los niveles de pérdidas continuarán muy elevados, al menos, durante los próximos 18 meses.
El autor es economista graduado del INTEC con Maestría en Administración Pública y Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard. En la actualidad, se desempeña como Consultor privado en temas macroeconómicos y financieros, y como Coordinador de la Carrera de Economía del INTEC y profesor de Economía Internacional.