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¡Lakers campeones! LeBrón derriba la historia

El cielo y el anillo ya no podían esperar más. Los Lakers tenían una deuda contraída desde el pasado 26 de enero y tras perder la primera oportunidad en el quinto encuentro, no podían volver a defraudar a la leyenda que les mira desde las alturas. Heridos en su orgullo los angelinos salieron en modo apisonadora y terminaron arrollando (93-106) a los Miami Heat para conquistar el 17º anillo de la historia de la franquicia, igualando así a los Boston Celtics en la cima de la NBA. Un título que ponía el broche de oro a la temporada más difícil y extraña de la historia de la liga y de una franquicia que ha hecho de la tragedia su gasolina para acabar conquistando la gloria.

LeBron James, que terminó con un triple-doble de 19+12+10 y sin cometer una sola pérdida de balón, sabía lo que tenía que hacer para no defraudar a quien le había dado el testigo como ‘rey’ de los Lakers. El alero no se dejó nada en el vestuario y abrió el fuego del partido con un mate que dejaba muy claro su plan de partido: aplastar al rival a base de defensa, velocidad y contundencia. Los Heat estaban exhaustos por el esfuerzo en el encuentro anterior y sólo el orgullo les mantenía con vida en el primer cuarto. El corazón y el acierto de Duncan Robinson que con dos triples en tres minutos parecía dispuesto a dar guerra a los angelinos. Nada más lejos de la realidad.

Los de Spoelstra aguantaron el primer cuarto (16-17, min 9), pero la entrada de Rondo lo cambió todo con nueve puntos en seis minutos que dispararon a los californianos y ni siquiera el retorno de Dragic pudo frenar la tormenta perfecta que se desató en el segundo parcial.

Aprovechando el cansancio de Butler y el estado físico de un Adebayo que no estaba en el partido, los Lakers desplegaron todo su arsenal físico -que no es poco- para sentenciar la final antes de irse a los vestuarios. Un espectacular parcial de 16-36 era la mejor prueba de ello. Con un LeBron en modo bestia, Davis haciendo lo que quería en las zonas y la aportación estelar de Rondo y Caldwell-Pope, los de Vogel eran muy superiores a un equipo que antes del descanso ya sumaba nueve pérdidas, traducidas en 14 puntos a la contra para los Lakers, y apenas un 34% de acierto en tiros de campo.

LA GLORIA, A UN PASO

Demasiadas facilidades para un rival que olió la sangre y sacó los colmillos a relucir para firmar la segunda mayor paliza al descanso en la historia de las Finales, sólo por detrás de la de los Celtics (+30) al equipo angelino en 1985.

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Lo que quedaba por delante era un mero trámite y una fiesta anticipada en el banquillo de los Lakers, que celebraba cada canasta en el tercer cuarto sabiendo que era un paso más en su camino a la gloria. Los Heat entregaron la cuchara en los vestuarios y aunque intentaron con pequeños empujones –especialmente del hasta entonces ausente Adebayo– recortar la diferencia (46-82 min.33), lo cierto es que no tuvieron oportunidad alguna de hacer cosquillas a un equipo gigantesco que tenía una misión que cumplir y nadie iba a impedirles cumplirla.

Sólo quedaba ver la diferencia final, cómo sería la entrega del anillo en esta burbuja y, sobre todo, las referencias emocionales de los campeones hacia la figura de Kobe Bryant, que ha sido el sexto jugador en la cancha para un equipo que ha completado el círculo en la temporada más difícil y extraña que se recuerda. Un curso transformado en cuento de la factoría Disney que, como siempre, tuvo final feliz. Por ‘La Mamba’.

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