¿Hacia una constituyente en República Dominicana?
Por Juan Carlos Espinal.
En el siglo 21 no habrá teoría revolucionaria sin una ética politica en función de la práctica revolucionaria. No deberíamos darnos el lujo de perder 1 segundo mas pues para nosotros implicaría lo mismo que perder 365 días.
Las actuales circunstancias históricas inducen al hombre de a pie a pensar en la ruptura con el modelo económico y político que impide el desarrollo humano. La decadencia de la vieja política se ha convertido en un estorbo social que debe ser superado con inteligencia para colocarnos lejos de la realidad que nos atormenta.
Deberíamos trabajar incansablemente para salir de una vez y para siempre de las lacras de los partidos políticos del sistema de castas, del nepotismo y sus secuelas, del abuso de poder y la ausencia de reconocimiento de la alternabilidad. Tendremos que insistir para derrumbar la bipolaridad partidaria y la esquizofrenia de esos grupos económicos que una vez controlan los resortes jurídicos y políticos se constituyen en criminales.
Al parecer, las clases medias y los trabajadores han abandonado a su suerte a lo último que queda del lumpen político refugiándose en las movilizaciones sociales, las Iglesias, los clubes deportivos y culturales. No obstante, la capacidad de adaptabilidad del crimen organizado logra disfrazarse y mutar permaneciendo en el cuerpo social como un virus canceroso.
Las elites de los partidos políticos del presidencialismo oligárquico nos parecen despreciables. Es por ello que las organizaciones de sociedad civil y ciudadanos progresistas deben unirse en alianzas barriales y comunitarias en el interés de tomar desiciones colectivas y acabar con la rabia.
Esta sociedad está poco a poco levantándose y avanzando hacia un estadio superior de identidad ciudadana negando de forma radical la peste populista. Pero hay que participar y hacerlo de forma activa colaborando allí donde sea necesario, unificando donde sea imprescindible y resistiendo políticamente dando lo que se tiene en favor de esas causas que nos conmueven a todos.
No es cierto que la democracia representativa y la república caerán por si sola. Tendrá que venir una ola democrática de mayor intensidad sin intermediación de los agentes del capitalismo y profundizar en esas manifestaciones democráticas insistiendo en perder el miedo.
La verdad es que las actuales instituciones de la democracia representativa representan a los ricos y a los poderosos por tanto no son necesarias para la mayoría excluida que debe organizarse para acabar con el cinismo de esa contra cultura neoliberal.
Nuestra generación está en la obligación de empujar la carreta del populismo al abismo y salir de ellos para siempre. Si no somos capaces entonces será esa minoría la que terminará de derrotarnos y echarnos al vacío. Salgamos de ellos.
Juan Carlos Espinal
El autor es sociólogo y periodista